¿Os
habéis planteado alguna vez si lactancia
y lenguaje tienen
alguna relación? A simple vista parece que no, pero nada más lejos de la
realidad ya que la lactancia materna es muy importante para un óptimo
desarrollo del lenguaje.
¿Cuál
es la razón? Es muy simple: al pronunciar los distintos fonemas (es decir, los
sonidos del habla) entran en participación distintas estructuras de nuestra
cara, como son la lengua, los labios o el paladar, entre otros. Y para que se
pronuncien adecuadamente, estos órganos deben
tener un adecuado tono muscular y una correcta posición anatómica.
Por
otro lado, estas mismas estructuras orofaciales son las mismas que se emplean
durante la succión y la deglución, movimientos que realiza el bebé durante el
periodo de lactancia. Cada vez que nuestro pequeño es amamantado, comienzan a
realizarse una serie de movimientos musculares que precisan una gran
coordinación.
¿Cómo ayuda la
lactancia en las estructuras orofaciales?
Mientras
se lleva a cabo el proceso de amamantamiento, los músculos orbiculares de los
labios (músculos encargados de, principalmente, a cerrar los labios y vaciar el
interior de la boca, además de ayudar a la hora de soplar, besar o silbar) se
ejercitan con el contínuo esfuerzo de la succión.
Esto
también tendrá efecto sobre el crecimiento de la mandíbula, que se encuentra
inicialmente por detrás del maxilar superior, llegando a su posición adecuada
sobre el octavo mes de vida.
La
lengua también
se ve beneficiada con la succión durante la lactancia, ya que con sus
contracciones poco a poco va ocupando su correcto lugar, ayudando en la
configuración del paladar.
De
este mismo modo, ayuda a que nuestro pequeño se acostumbre a utilizar una
respiración nasal y así evitar que pueda sufrir el llamado “síndrome del
respirador bucal”.
Después
de esto, nuestro pequeño estará correctamente preparado para la salida de los
primeros dientes, lo que ayudará al desarrollo óptimo de la masticación.
Lenguaje y
lactancia artificial
Tras
lo expuesto anteriomente, podemos decir que la
lactancia natural tiene más beneficios para el lenguaje que la lactancia
artificial. Y esto se ve en que durante la succión con tetina,
los movimientos que realiza el bebé son más pasivos, por lo que el trabajo de
los músculos y los elementos anteriormente citados será menor y no se
desarrollarán tanto como con la lactancia natural.
Las
tetinas de los biberones suelen ser más largas y gruesas que el pezón de la
madre, lo que causa que la lengua se desplace hacia la base de la boca, no favoreciendo
así ni su correcta posición ni el desarrollo de la mandíbula, ya que el bebé no
realiza movimientos de avance y retroceso.
Los
labios tampoco sellan correctamente, lo que hará que el niño tienda a respirar
por la boca, olvidándose de hacerlo por la nariz, como es lo normal y
aconsejable, además de dar lugar a problemas dentales (como pueden ser los
problemas al morder).
¿Qué factores
determinan la producción de fonemas?
Como
hemos visto, muchos de los mecanismos implicados en la producción de los
diferentes fonemas son los mismos que intervienen durante el proceso de
succión. Por eso es muy importante llevar a cabo un correcto desarrollo para
evitar dificultades posteriores en el habla.
Si
desde edades tempranas tendemos a la lactancia artificial, y ésta se prolonga
en el tiempo, estaremos repercutiendo de forma poco favorable en el lenguaje
oral. ¿Cómo? Pues mediante el retardo en la aparición de los primeros fonemas y
de las primeras palabras.
Es
por ello que una
correcta succión y deglución son de vital importancia para el óptimo desarrollo de las
estructural orofaciales y así prevenir alteraciones del lenguaje. Aunque,
también hay que recordar que para prevenir estos problemas futuros, también es
muy importante una correcta estimulación
del lenguaje por parte de los padres.
Conclusión
Lactancia
y lenguaje tienen
una relación más importante de lo que podemos pensar en un principio. Después
de todo, el desarrollo del lenguaje es una suma de factores (orgánicos,
ambientales…) en los que hay que tener en cuenta también el tema de
alimentación durante la primera infancia.
Una
menor ejercitación del movimiento muscular puede disminuir la estimulación del
crecimiento y la forma de las estructuras orofaciales,
condicionando la aparición de posteriores problemas, no sólo del lenguaje, sino
de alimentación o respiración.